Me he dado cuenta que la primera lectura de este libro, durante la ida y vuelta en transporte público al trabajo, no he retenido casi ninguna información de este libro. Así que esta lectura, más calmada, me ha hecho disfrutarla mucho.
Herbert no describe mucho sobre los mundos, palacios, indumentaria o personajes. Unas pinceladas y a volar tu imaginación, es una novela política, de poderes tanto a nivel personal como global, y una buena cantidad de facciones con diferentes intereses. Unas civilizaciones y religiones que te dan ganas de querer saber más sobre ellas. Cuando el manejo de ese trasfondo genera ese interés me engancha.
Los personajes principales son desiguales, los protagonistas creo que tienen una buena evolución, y fuertes puntos de inflexión para culiminar en situaciones inevitables. Sin embargo, hay otros secundarios importantes que tienen un buen potencial inicial pero no parece que supiera darle el autor un cierre adecuado.
Ciencia-Ficción, un mundo medieval-feudal espacial, guerras fratricidas, enemistades milenarias, religión, gusanos de arena, especia y ojos azules.
Como leí por las redes ¿Qué pasa si el mundo, en vez de moverlo el petróleo, lo moviera una droga adictiva? Y con eso se exprime a un pueblo y no lo dejas avanzar.
Alguna decisión de facciones puede parecer ingenua o infantil, sin saber las consecuencias colosales que conllevan, supongo que es un contrapunto para llevar a la vorágine que se va a enfrentar ese mundo en el futuro.
Me lo he vuelto a pasar genial leyéndolo.
Este primer libro tiene un buen cierre, en el caso que alguien no prefiera continuar con la saga.